¿Por qué este título: La Hora Santa y la noche del mundo? En cuanto a la noche del mundo, podemos ver sus efectos en abundancia y de manera palpable en la vida pública tanto de nuestro país como en otros. En el caos y la violencia de las relaciones internacionales, en las conmociones sociales que sacuden Occidente. Aunque el mundo lleva ya oscurecido hace muchos siglos, parece que hemos llegado a las profundidades de esa noche. Tendremos la oportunidad de volver a dicho mundo a lo largo de estas páginas para denunciar con mayor precisión esta oscuridad y su perversidad; humildemente, según san Pablo (Fil. III, 17-21).

Pero y ¿la Hora Santa? No se habla mucho de la Hora Santa, hoy en día, pero continúa siendo no obstante un ejercicio espiritual para muchos. La Hora Santa es aquella hora que la piedad cristiana, monástica o laica, dedica todos los viernes desde las 23 horas hasta medianoche, en recuerdo de la plegaria solitaria de Jesús la noche de su prendimiento, en Getsemaní: el huerto de los olivos. Dicha hora puede vivirse, tanto en soledad, en la intimidad de cada uno, como en grupo de plegaria; ante el Santo Sacramento en una iglesia, una capilla, o bien en otro lugar, ante un icono o simplemente teniendo a Dios en el corazón. A nuestro modo de ver, puede observarse también a través de otras modalidades, según las condiciones en que uno se encuentre, a condición de permanecer en el recogimiento, el silencio interior y la meditación que le son constitutivos.

Este libro desea presentar los hitos mayores de esta orientación espiritual que es igualmente un encaminamiento iniciático puesto que abre el corazón y lo conduce al diálogo con el Señor y a la contemplación interior. Estos jalones constituyen las estaciones de un camino de cruz para cada cristiano que pone sus pasos tras los del Señor. Pero, son también y simultáneamente, las lámparas que iluminan su camino y su alma con la paz y alegría espirituales hasta su unión con la Verdadera Luz venida a este mundo para salvar a todo hombre que la busca con coraje y perseverancia: Jesucristo, Verbo de Dios.