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Catecismos Masónicos
Eran tiempos muy convulsos para España, bajo el reinado del monarca Fernando VII, cuando el presente catecismo vio la luz. En la vieja Hispania habían ocurrido muchas cosas que hacen de este documento algo único. Estamos en un periodo que ya anticipaba, como ningún otro, una pulsión social por la libertad individual.
Lo que más nos importa para la presente obra, es que el paso fugaz y casi anecdótico que había tenido la masonería en el S. XVIII en el territorio español, con la llegada de las tropas francesas, tuvo un aumento y proliferación, por medio de la instalación de múltiples logias. Con la invasión de las tropas napoleónicas de 1808 se fundaron logias que en realidad fueron usadas como un instrumento de la política de Napoleón. En Barcelona hubo seis, una de ellas llevaba el significativo título de «Los Amigos Fieles de Napoleón» y estaban integradas en su mayoría por militares franceses-, pero este tipo de masonería bonapartista desapareció en cuanto las tropas francesas abandonaron el país en 1813. Quizás esto y otros fueron los motivos por los cuales, tras la restauración en 1814 de la Monarquía absoluta por Fernando VII, la masonería fue vista como una enemiga de la corona y fuertemente perseguida por la Inquisición española, la cual consideraba que la francmasonería «no solamente conspiraba contra los tronos, sino mucho más contra la religión”. Se produjeron muchas denuncias, algunas falsas, y también auto-inculpaciones, que llevaron al cierre de logias y a la confiscación de sus bienes. A los masones extranjeros se los expulsó de España y a los españoles se les obligó a realizar ejercicios espirituales. A tal punto llegó la animadversión del Estado que en 1824, Fernando VII promulgó una real cédula prohibiendo «en los dominios de España e Indias, todas las Congregaciones de Francmasones, Comuneros y otras Sectas Secretas”.
Eran tiempos muy convulsos para España, bajo el reinado del monarca Fernando VII, cuando el presente catecismo vio la luz. En la vieja Hispania habían ocurrido muchas cosas que hacen de este documento algo único. Estamos en un periodo que ya anticipaba, como ningún otro, una pulsión social por la libertad individual.
Lo que más nos importa para la presente obra, es que el paso fugaz y casi anecdótico que había tenido la masonería en el S. XVIII en el territorio español, con la llegada de las tropas francesas, tuvo un aumento y proliferación, por medio de la instalación de múltiples logias. Con la invasión de las tropas napoleónicas de 1808 se fundaron logias que en realidad fueron usadas como un instrumento de la política de Napoleón. En Barcelona hubo seis, una de ellas llevaba el significativo título de «Los Amigos Fieles de Napoleón» y estaban integradas en su mayoría por militares franceses-, pero este tipo de masonería bonapartista desapareció en cuanto las tropas francesas abandonaron el país en 1813. Quizás esto y otros fueron los motivos por los cuales, tras la restauración en 1814 de la Monarquía absoluta por Fernando VII, la masonería fue vista como una enemiga de la corona y fuertemente perseguida por la Inquisición española, la cual consideraba que la francmasonería «no solamente conspiraba contra los tronos, sino mucho más contra la religión”. Se produjeron muchas denuncias, algunas falsas, y también auto-inculpaciones, que llevaron al cierre de logias y a la confiscación de sus bienes. A los masones extranjeros se los expulsó de España y a los españoles se les obligó a realizar ejercicios espirituales. A tal punto llegó la animadversión del Estado que en 1824, Fernando VII promulgó una real cédula prohibiendo «en los dominios de España e Indias, todas las Congregaciones de Francmasones, Comuneros y otras Sectas Secretas”.
Páginas: 46
Tamaño: 15 x 22 ctm