Descripción del Producto
Un trabajo que analiza con absoluta rigurosidad histórica el conflicto inacabado que la Iglesia Católica mantiene con la masonería.
Este ensayo histórico trata de rescatar del olvido un largo periodo de nuestras vivencias, caracterizado por un prolongado enfrentamiento. En este orden de cosas, los seres humanos nos definimos por lo que hacemos y se nos recuerda por lo que hicimos. El olvido es la puerta que cierra definitivamente todo lo que existió y sucedió. Es pues, necesario recordar, hacer memoria de todo aquello que ha conformado el momento presente, nuestra identidad, que siempre viene arrastrada necesariamente por los hechos del pasado. Cuando hablamos de memoria histórica y de su recuperación hacemos, en consecuencia, un ejercicio de responsabilidad moral para recordar aquello que en su día se ocultó o se negó. Cualquier intento de abolir la memoria o la historia, tratando de controlar lo que se escribe y se recuerda, está condenado de antemano al fracaso. La historia, los hechos recordados, no es pasado, no es olvido; es paradójicamente una plataforma necesaria para comprender el presente. Es la cara silenciosa de la historia, la herencia necesaria de un pasado que adquiere un significado valorativo en el presente. Debemos, pues, huir respecto a ella del interés del anticuario, de situarla en el desván de los recuerdos o convertirnos simplemente en bibliotecarios del pasado, pues la historia siempre nos enseña lo que es definitivo o lo que es pasajero.
Un trabajo que analiza con absoluta rigurosidad histórica el conflicto inacabado que la Iglesia Católica mantiene con la masonería.
Este ensayo histórico trata de rescatar del olvido un largo periodo de nuestras vivencias, caracterizado por un prolongado enfrentamiento. En este orden de cosas, los seres humanos nos definimos por lo que hacemos y se nos recuerda por lo que hicimos. El olvido es la puerta que cierra definitivamente todo lo que existió y sucedió. Es pues, necesario recordar, hacer memoria de todo aquello que ha conformado el momento presente, nuestra identidad, que siempre viene arrastrada necesariamente por los hechos del pasado. Cuando hablamos de memoria histórica y de su recuperación hacemos, en consecuencia, un ejercicio de responsabilidad moral para recordar aquello que en su día se ocultó o se negó. Cualquier intento de abolir la memoria o la historia, tratando de controlar lo que se escribe y se recuerda, está condenado de antemano al fracaso. La historia, los hechos recordados, no es pasado, no es olvido; es paradójicamente una plataforma necesaria para comprender el presente. Es la cara silenciosa de la historia, la herencia necesaria de un pasado que adquiere un significado valorativo en el presente. Debemos, pues, huir respecto a ella del interés del anticuario, de situarla en el desván de los recuerdos o convertirnos simplemente en bibliotecarios del pasado, pues la historia siempre nos enseña lo que es definitivo o lo que es pasajero.
Este ensayo histórico trata de rescatar del olvido un largo periodo de nuestras vivencias, caracterizado por un prolongado enfrentamiento. En este orden de cosas, los seres humanos nos definimos por lo que hacemos y se nos recuerda por lo que hicimos. El olvido es la puerta que cierra definitivamente todo lo que existió y sucedió. Es pues, necesario recordar, hacer memoria de todo aquello que ha conformado el momento presente, nuestra identidad, que siempre viene arrastrada necesariamente por los hechos del pasado. Cuando hablamos de memoria histórica y de su recuperación hacemos, en consecuencia, un ejercicio de responsabilidad moral para recordar aquello que en su día se ocultó o se negó. Cualquier intento de abolir la memoria o la historia, tratando de controlar lo que se escribe y se recuerda, está condenado de antemano al fracaso. La historia, los hechos recordados, no es pasado, no es olvido; es paradójicamente una plataforma necesaria para comprender el presente. Es la cara silenciosa de la historia, la herencia necesaria de un pasado que adquiere un significado valorativo en el presente. Debemos, pues, huir respecto a ella del interés del anticuario, de situarla en el desván de los recuerdos o convertirnos simplemente en bibliotecarios del pasado, pues la historia siempre nos enseña lo que es definitivo o lo que es pasajero.
Páginas: 404
Tamaño: 15 x 22 ctm